viernes, 30 de septiembre de 2011

D.E.P. Rocío Piñeiro

Este mundo en el que vivimos, esta época que nos ha tocado, nos ha llevado a obviar bastante las tragedias que pasan día a día, viéndolas llenar páginas de sucesos en periódicos o programas que se alimentan de ello, como algo lejano, y como algo, yo diría,  incluso imposible de llegar a ser protagonista.

Ayer Rocío fue protagonista.

Ayer Rocío murió por una bala que un hijo de la gran puta le disparó en la nuca. No se conocían. El entró en la Iglesia, a la que ella había acudido con su madre, creyendo ser perseguido por el diablo, y decidió el futuro de Rocío. Después, otro disparo a otra mujer en el tórax, y finalmente lo que primero debiera haber hecho: se suicidó de un tiro en la boca.

Ayer, nació el hijo de Fede. El hijo de Fede y de Rocío. Su nacimiento estaba previsto para el Sábado, pero el hijo de la gran puta decidió que el cumpleaños del pequeño fuera para siempre en el aniversario de la muerte de su madre.

Ayer Rocío se fue sin conocer a su niño y sin despedirse de Fede.

D.E.P. Rocío Piñeiro.

martes, 27 de septiembre de 2011

Cuéntame cómo pasó…

El sábado pasado, disfrutando de un buen día en compañía de la familia, mi hermano contaba como se ha enfriado su relación con el que ha sido, seguramente, su mejor amigo desde al menos… su adolescencia (con casi 40 primaveras cuenta ahora).

Muchas veces, aunque cada vez menos, eso si, me da por pensar en gente que se ha quedado atrás a veces por razones conocidas y otras que sin saber por qué…

En mi caso, seguramente, el ejemplo más claro es Alex. A Alex le conocí coincidiendo con mi cambio al colegio del barrio, el Alcalde de Móstoles, y desde muy al principio empezamos a ser amigos. La relación duró hasta poco más o menos el año 2000. ¿que pasó? no lo se. No se contarlo. El empezó a salir con una chica, yo empecé con Sandra… y ya la cosa iba fría cuando Sandra y yo nos quedamos embarazados. A partir de ahí… pocas veces más volvimos a vernos (una comida en Legazpi fue la última vez). Después, varios intentos por mi parte, no encontraron respuesta; los “a ver cuando quedamos” se quedaron perdidos. Quizá fue culpa mía, pero ni idea de lo que pasó. No estaría mal algún día un charleta sobre esto o algún reencuentro.

Otro gran caso: Hugo… Esta vez fue culpa mía. Mi relación con Alex fue a más y la de Hugo a menos. Fuimos nosotros los que dejamos de llamarle, los que empezamos a darle de lado (perdón desde aquí, porque seguro que no fue fácil). Hugo vivía enfrente de mis padres. Con el pasé horas de futbol y juegos en el aparcamiento que había entre ambos edificios, nos invitábamos en nuestro cumpleaños a unas tortitas en el bar que hacía esquina en el centro comercial, (donde ahora están las comidas precocinadas, que no recuerdo si se llamaba Placo’s o algo así), … Pero yo fallé.

David… David Quiroga. El completaba el trío Alex-David-Iván. Lo que pasó no lo tengo claro… Yo creo que David llevaba un rollo un poco distinto al nuestro, y poco a poco la relación se fue distanciando. La ultima vez que le vi, yo trabajaba en Carrefour y el se iba a casar (o se acababa de casar).

Luego queda mucha gente, que no es que importe menos, pero que ha sido más fácil asumir la lejanía. Las razones son al menos conocidas, ya que muchas veces se veía como que nuestras vidas tomaban caminos diferentes y otras, el momento, quizá fue complicándolo: Los del cole y paso al instituto  como Alfonso (tenemos pendiente una quedada, y me alegro) y Roberto Mateos, Los del insti (David Pérez, Marta, Alberto, Ladis, Hector, Virginia, Belén, Almudena…), Roberto G. (también del Insti), Celia, Los del Carre (Juanjo, David, Raquel, Silvia, Vero)…

De todos ellos quedan bonitos recuerdos, pero por suerte, hoy en día, a mi alrededor hay gente que hacen del presente la mejor época.

Un abrazo a todos.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Cuando la confianza se torna gris

Lo normal, o lo bueno, mejor dicho, sería que la confianza viniera adherida de serie cuando conoces a alguien. Luego el sujeto en cuestión es el que hace que esa confianza se mantenga o, en el peor de los casos, se pierda. Yo por naturaleza soy desconfiado, mal pensado que se dice. Cuando conozco a alguien, por regla general, suelo verle un mal fondo, un no se que que qué se yo… Vamos, que no me fío. Es el tiempo el que, normalmente, hace que esa persona me demuestre lo bobo que soy yo y lo buen ser humano que es él (o ella). Luego hay casos, porque los hay…, que me hacen pavonearme delante de los demás exigiendo que se me reconozca mi increíble talento para calar a las personas cuando las veo, porque… ya lo avisaba yo al principio. Podríamos decir que por defecto mi confianza en la gente es negra, y que deben ganarse el color… azul, pongamos. Pero si no llegan a ganárselo… negra que se queda. Así soy yo.
El problema viene cuando la confianza torna de azul a gris… ¿Que es el estado gris? El estado gris es el negro carente de pruebas. Se puede llegar a el desde el azul, pero nunca desde el negro. Si alguien me da “indicios de motivos” para la desconfianza, y digo indicios no contrastables, no le voy a teñir de negro su parcelita de confianza, pero  el gris no se lo quita ni un cleptómano.
Las coincidencias, la evasión de explicaciones, las contradicciones, unido a las cosas mal hechas, son motivos suficientes para hacer gris un azul cielo precioso. A veces, el “NO NEWS, GOOD NEWS” falla, y se convierte en “No news, grey trust” (Ausencia de noticias, confianza gris). Y es ahí cuando mi persona es incapaz de volver a teñir esa parcela de azul. El intento es inútil.
Cuando la confianza se torna gris… es mejor dejarlo aquí. No hay solución posible.
Y tú… ¿de que color crees que es tu parcelita?