sábado, 31 de diciembre de 2011

Fin de año

Que el tiempo pasa volando es algo que ya escribí ayer al felicitar a Marta. Es impresionante como ha pasado 2011. Mucho más rápido que cualquier año pasado. Y no será porque no han pasado cosas, que si paras a pensar un poco en todo lo que ha ido pasando, no te da la sensación de que todo eso haya entrado en un año “tan corto”.  La verdad es que ha dado mucho de si.

Iker ha descubierto su pasión futbolística. Marta, tras una primera mitad de año bastante mala ha ido sufriendo un importante cambio madurativo en la segunda mitad, ha hecho su primera comunión, sus primeras fiestas de pijamas, sus primeras salidas… en definitiva, un cambio a mejor que todos necesitábamos (sobre todo ella).

Un buen año también en lo que se refiere a familia. Algunas relaciones han pegado un giro de 180º, algo de lo que me alegro de verdad y que era importante y necesario.

Este año ha habido bodas (en palacio, ji ji, que ricas esas rosquillas que nunca probé), comuniones (Marta) y bautizos… ah, no…. espera, que bautizos no. Bueno, o sea… que si lo ha habido pero que yo no he estado. Triste que con los huevos llenos de canas alguno demuestre actos de venganza propios de chavales de 15 años. Desde aquí lo dejo claro, por si da la casualidad de que alguno es tan morbosillo como para no querer verme  pero si leerme: La decisión de quien estaba invitado a la comunión de mi maravillosa hija la tomamos mi estupendísima mi mujer y yo mismo. Ni mis padres, ni mis hermanos. Todo acto contra ellos solo demuestra dos cosas: estupidez y poca vergüenza. Esa decisión fue tomada por una única razón: era absurdo gastarse un dineral para que en un día importante para mi hija, en el que ella era la protagonista, tuviera que estar rodeada de gente que apenas conoce.

Este año ha traído también una reunión familiar importante en esta época de navidad en honor a mi abuela materna y organizada por mi prima, que… ¿como? ah… no es verdad que al final no la habido… pero… esto ya lo he vivido, ¿no?. Por la boca muere el pez.

En fin, al final parece que ha sido el año de poner a cada uno en su sitio. Bien está. Hemos sabido alejar a quien no queríamos cerca y nos hemos sabido acercar a los que realmente nos llenan (aquí hay muchos que debéis darse por aludidos).

Espero que este año que entra os sirva para encontrar todas esas cosas que buscáis, esos sueños, o por lo menos para acercaros un poquito más a ellos. Yo me conformo con que todo siga su curso sin demasiados troncos por el camino.

Yo creo que nunca he hecho promesas para los años entrantes. No creo mucho en eso de los propósitos solo por cambiar ese número en el calendario, pero, con la que está cayendo (como dice el anuncio) os propongo a todos hacer la promesa de ser más optimistas y como dice Rosana, levantarnos cada mañana con fuerza y gritando bajito para no despertar a nadie “Buenos días Mundo”. Ya se que la mayoría me tacháis de lo contrario, pero de ahí el propósito. ¿Os apuntáis?

Un beso a todos y que paséis muy buena noche acompañados de muy buena gente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario