sábado, 4 de julio de 2009

Nueva era

Bueno, pues después de estar luchando con las sinvergüenzas de las operadoras de ADSL que tenemos en este país, por fin volvemos a estar conectados con el mundo virtual. Que caradura, que impotencia, que desesperación… aunque qué os voy a contar, porque estoy convencido que el que más y el que menos las ha sufrido en el algún momento.

El caso es que hace ya algo más de un mes y medio que estamos instalados, después de casi 30 días de limpieza, pintura, cajas, mudanza… que por cierto, a todos los que habéis participado y ayudado a que ese cambio se hiciera realidad: ¡GRACIAS!. Y a los que no estuvisteis pero insististeis en estar: ¡GRACIAS!. Porque sin todos vosotros el cambio seguro que habría sido mucho más duro.

Aún así, no penséis que fue sencillo. Yo hasta he perdido casi 5 kilos!! (de peso, claro, que de los otros… unos cuantos más).

Como ya les dije por mail a los amigos, los sentimientos son un poco… un poco de todo. Por un lado está la ilusión (lógico, porque si no jamás nos habríamos metido en lío como este, no?), pero por otro lado está la tristeza. Yo no quise pararme mucho el día que cerramos por última vez el piso. Aquella noche, cuando fuimos a dormir a la casa, era como si estuviésemos engañando al sitio que nos ha acogido durante 5 años. Un sitio que no olvidaremos nunca, ya que fue el piso que compramos con tanta ilusión y tanto miedo en aquella época en la que nos enteramos que en pocos meses tendríamos una Marta en mitad de nuestras vida. El piso que vimos crecer domingo tras domingo. El que nos desesperaba porque no avanzaba y hacía que siguiésemos “de prestado”. El que pintamos y amueblamos con mucha prisa por empezar a vivir de verdad como una familia normal 3 años después. El que vio como preparamos nuestra boda, el que vio como salíamos de allí una tarde como la “pareja del pecado” y volvíamos al día siguiente como marido y mujer, el que vio como Marta empezaba su primera etapa escolar (e incluso la segunda!), el que vio como crecía Iker dentro de una tripa, el que le ha visto aprender a andar, el que ha visto mimos, discusiones, el que nos ha dado noches de helado y copa en su eeeeenooooormeee terraza… o resumiendo, el que nos ha dado tanto. Parece que no, pero es duro dejarlo, porque no ha sido un cambio necesario, sino caprichoso :) .

El caso es que ahora estamos en una casa más grande, en la que los niños están disfrutando como nunca: mas espacio, jardín… Y nosotros pues con ilusión, diferente a la que teníamos con el piso al principio, ni más grande ni más pequeña… sino diferente. Yo reconozco que me está costando, porque debo tener algo de niño aún y estoy incomodo si me cambian la rutina a menudo. Nos está costando volver a coger los horarios, volver a encontrar la intimidad, nuestro espacio. Durante alguna semana aquello más que un hogar parecía el camarote de los hermanos Marx. Pero espero que poco a poco vayamos recuperando todo. Y aunque a veces parezca que no, mi ilusión está ahí, y si no la tuviera, solo con ver la alegría de Marta y de Iker y las ganas y la ilusión de Sandra, todo esto merecería la pena.

Ciao!

2 comentarios:

  1. Bueno, como parte implicada, que ha pasado muchas horas, días y ya semanas.....duras, por un cambio, que nos ha costado, sobre todo, mucho trabajo; puedo decir, que por fin empezamos a disfrutarla de verdad. Ya nos queda menos: el piso, aunque vayamos de vez en cuando ya no es nuestro piso, y la casa, pertenece cada vez más a nuestras vidas, y si el piso a visto mucho, espro que la casa vea más.....poco a poco, que es la frase estrella de nuestras vidas desde el año pasado.

    ResponderEliminar
  2. cambio de casa......nosotros vamos a poner a la venta el piso y ya me estoy empezando a acongojar.......creo que me va a pasar como a ti......

    ResponderEliminar