jueves, 26 de febrero de 2009

Yo creo que si que existe

En serio, yo creo que Espinete sí que existe. Y cuando digo Espinete digo mogollón de personajes, seres o entes con los que hemos crecido. Me niego a creer la inexistencia de Espinete, de Benji (tremendo portero y ejemplo a seguir como portero que era yo) o de McGiver. Lo siento, pero es así. Bueno, hay alguno que no existe, eh, que las cosas son y son: Yupi y Astraco eran señores (o señoras) disfrazados… lo siento por el que no lo supiera, pero… asín é.

El caso es que el pasado 14 de febrero Sandra y yo salimos por primera vez en mucho tiempo a disfrutar de una noche de tranquilidad, intimidad, paz, amor… en definitiva, a disfrutar el uno del otro sin niños por medio. El plan fue sencillo: paseo por el centro de Madrid, cena temprana en restaurante italiano y teatro. La epinetenoexisteelección fue el “Pequeño Teatro Gran Vía” en el que Eduardo Aldán representaba una noche más su monólogo “Espinete no existe” (con la de esa noche iban ya seiscientas y pico representaciones).

Hace tiempo que compañeros del trabajo habían ido a verla y me habían dicho que era un monólogo buenísimo y que se habían reído como hacía mucho que no lo hacían. La obra me daba en dos puntos débiles que hacían de no ir a verla un imposible: comedia (pero de las de verdad, de las de llorar de risa) y el tema que trataba: la infancia de todos aquellos que crecimos durante la década de finales de los 70 y los 80.

El caso es que cumplió totalmente con mis expectativas. Fue una hora y media de recuerdos, risas, nostalgia… De ella no os voy a contar nada, solo que merece la pena ir, porque cualquier detalle que os cuente romperá el encanto de la noche. Os vais a identificar con todos y cada uno de los comentarios e historias que allí se cuentan. Desde el momento en el que entras por la puerta del teatro, antes de entrar en la sala, ya te das cuenta que la noche promete. Y a partir de ahí, la hora y media pasa como una bala.

Aldán es buenísimo, no se puede decir más. La velocidad que tiene al hablar (nada que envidiar a aquel hombre famoso del anuncio de los Micro Machines, ¿recordáis?) hace que al principio pienses: “madre de Dios, no me voy a enterar de nada”, pero eso te pasa las tres primeras frases, porque le coges el ritmo en seguida. 

No es nada cara, 24€ la entrada, que visto los precios que hay por ahí, pues se me hace hasta barata. La puesta en escena es simple, muy simple, pero no necesita nada más. Y si tuviera que ponerle una nota, os aseguro que no bajaría del 10, tanto por el texto como por la interpretación de Eduardo.

Aprovechar mientras está en Madrid, hacerme caso. Aprovechar y me contáis que tal.

2 comentarios:

  1. Bueno, como parte afectada por la obra, debo decir, que mi marido tiene más razón que un santo, eso siendo totalmente imparcial y objetiva, evidentemente....ahora sí, lo digo alto y claro, si Eduardito hablara por lo meenos a mitad de velocidad....muchísimo mejor, porque algunas frases, eran deducción a partir de una palabra que habias pillado al vuelo je je, pero reir.......ries mucho, bueno Iván casi se hace pis!!

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  2. jajajajaja.....yo también la ví hace tiempo. Me encantó. Y lo de la velocidad de Aldán....madre mía, como puede hablar tan rápido sin confundirse!!!!!. Encontrasteis a Espinete en la foto?

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